La vida de Jacob es la biografía de un hombre que tiene un conflicto entre su carne y el Espíritu. Vemos su depravación desplegada en el telón del deseo que tiene Dios de usarlo.Theodore Epp. Escribió: “Los creyentes se cansan del conflicto que hay entre la carne y el Espíritu se preguntan cuándo será el día en el que dejen de tener esa lucha interna; pero mientras estemos en estos cuerpos terrenales siempre estará la lucha de nuestra dos naturalezas.
Cuando andamos con Dios aprendemos lo que se puede esperar de la antigua naturaleza y cómo manejarla, pero el conflicto siempre estará presente… A medida que Dios trabajaba en la vida de Jacob, poco a poco, logró hacerle comprender en su corazón que la antigua naturaleza es totalmente depravada y no se puede esperar que produzca absolutamente nada bueno.
Al final de sus días, Jacob le hizo un breve recuento de su vida al Faraón: Los días de los años de mi peregrinación son ciento treinta años: pocos y malos han sido los días de los años de mi vida, y no han llegado a los días de los años de la vida de mis padres en los días de mi peregrinación (Gn. 47:9).
La Escritura muestra diferentes significados de la palabra “Malos¨; el termino ha sido traducido como maldad, aflicción, adversidad, dolor, calamidad, daño, problema, desgracia y perversión. Es una palabra que nos recuerda que el pecado es destructivo en extremo.
En otras palabras a pesar de que Dios había redimido sus postreros días y le había cambiado el nombre, Jacob veía su vida como una vida desperdiciada. Había invertido mucho tiempo y energía en huir de Dios, resistir y luchar contra el Señor al tiempo que estafaba a las personas.
La buena noticia es que no entró en el juego de la culpabilidad no señaló con un dedo a su madre para decir “ella me enseñó a ser de esta forma¨ Tampoco dijo: “i ustedes conocieran a Labán como yo lo conozco…¨
Es imposible que lleguemos a estar desesperados por Dios si le echamos la culpa a las circunstancias, la educación o la falta de ella, el sitio en el que vivimos, nuestros padres o las cosas que nos rodea.
He visitado prisiones y he oído a reclusos culpar al sistema, al ser humano en general o al padre que no tuvieron. La verdad es que todos tomamos decisiones. Dos personas pueden estar en situaciones idénticas; una busca a Dios mientras que la otra se molesta con Él. Una trata de que sientan lástima por ella y la otra adora a Dios a pesar de las circunstancias.
Jamás estaremos desesperados por Dios si no aceptamos y enfrentamos nuestra propia depravación. El pecado nos engaña y nos hace creer que podemos mejorar en nuestra carne. Nos destruye con la mentira de que podemos llegar al cielo mientras en la tierra evitamos un encuentro cara a cara con el mismo Cristo que exige que rindamos toda nuestra vida a ÉL.
Autor:
Michael Catt